Martín Sappia, Ezequiel Salinas, Pablo Limarzi y Ana Ruiz hablan del estreno nacional de la película
“Muchas cosas se plantean desde un guion, y a veces van surgiendo durante el encuentro con el mismo proceso de hacer la película, toman forma”, dice Ezequiel Salinas, director de fotografía de Después, la niebla, la película que está en cartel desde el jueves 26 en Córdoba, Río Cuarto y Buenos Aires.
“La preocupación por la luz era inherente a la película. Solamente había que trasladarla a los lugares concretos a los que queríamos filmar”, agrega. “Es una película que tiene un tono deliberadamente cercano a lo literario, y con un interés muy grande por la palabra. Pero había un aspecto físico, material, de que las cosas tuvieran una corporalidad que en el proyecto original no eran tan evidentes. Para encontrar eso hicimos con Martín el camino para plasmarlo fotográficamente, a través de la cámara”, detalla.
Cuando se refiere a Martín, es Sappia, director de su primera película de ficción. Anteriormente había dirigido el documental Un cuerpo estalló en mil pedazos y el corto documental Rabinos rabiosos.
Así como la fotografía fue clave, el sonido también. Y el nombre de Atilio Sánchez merece su apartado especial. “Me gusta trabajar con Ati porque siempre sé que me va a devolver algo. Él recibe el material y le da otro sentido, le da un sentido musical”, dice el director.
“Atilio convierte sonido directo en una armonía, en una resonancia, en un paisaje sonoro. Desde el comienzo teníamos una idea, después de lo que habíamos trabajado en Un cuerpo estalló en mil pedazos. De alguna manera, quisimos replicar esa experiencia en la manera y en la forma”, agrega el director.
Sappia destaca que cuando se enfrentaron a la mezcla y a la posproducción, hicieron algo fuera de lo común: “Estamos acostumbrados a que todo suene. Parece ser que muchas películas tienen miedo al silencio, o que todo tiene que ser como un sonajero. Hoy todo es visible, entonces todo es audible; y si ves una persona que camina, tiene que sonar como que camino. Y no. No tiene que sonar todo. Atilio lo entiende, y propone cómo el sonido funciona dramáticamente”.
Casi en discrepancia con su director de fotografía, para Martín la película “es imagen y sonido: la construcción del personaje está dada por la luz y por el sonido, más que por el texto”.
Estreno nacional



La película es una ficción producida por Punto de Fuga Cine, de Eva Cáceres y Ana Lucía Frau. Tuvo su estreno internacional en el 48° Göteborg Film Festival 2025, y nacional en Contracampo 2024, y ahora desembarca en salas de Córdoba (Cineclub Municipal), Buenos Aires (Gaumont) y Río Cuarto (Centro Cultural Leonardo Favio).
El filme sigue a César (Pablo Limarzi), sereno en una fábrica de productos químicos desde hace más de 20 años. Una tarde recibe una carta de su hermana donde le avisa que vendió el terreno familiar de la montaña.
Él decide abandonar su trabajo y emprende un viaje hacia esa zona, con el objetivo de recuperar la urna con las cenizas de Elena, enterradas allí.
Caminando, se enfrenta al duelo velado por años. El territorio de su niñez ya no es el mismo, los incendios forestales y el avance de la propiedad privada lo cambiaron todo.
Pero los encuentros en el camino le abren un mundo al que se había negado a enfrentar después de vivir encerrado en su trabajo.
Paisajes anímicos, geográficos y biográficos



Está protagonizada por Pablo Limarzi, Ana Ruiz, Carolina Baitella, entre otros. “Vivimos en un tiempo de un nivel de estímulo altísimo, y Después, la niebla te invita a algo que en Cosquín alguien definió como una poética de la demora. Es una batalla también”, dice Pablo.
Para Ana, el rodaje fue para ella una experiencia a la vez muy intensa y renovadora, de mucho aprendizaje. “No había tenido experiencias con personajes con mayor desarrollo, y este fue interesante, especialmente en un periodo que ofrece ciertas resistencias”, dice.
Una de las claves de aceptar este desafío fue el texto. “Durante los ensayos y el rodaje, me provocó bastante en términos creativos, de actuación. Algo muy similar a lo que había ocurrido en la lectura”, asegura.
Ana hace hincapié especialmente en los paisajes. “Los paisajes de la película son paisajes anímicos, geográficos y biográficos. Tanto cuando la leí como cuando la hicimos, me pareció determinante”.
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