Del 4 al 12 de octubre, la provincia de Córdoba se convierte en un mapa donde el teatro local, nacional e internacional traza su ruta, con más de 100 funciones repartidas en 21 espacios de la ciudad y 20 localidades provinciales.
El Festival Internacional de Teatro Córdoba Mercosur, que lleva ya 15 ediciones tejiendo puentes es un encuentro de lenguajes, de generaciones y de territorios, siempre con esa inquietud por la reflexión, la memoria y la simple y pura celebración del hecho teatral.
Este año, artistas de Argentina, Latinoamérica y Europa desembarcan con una maleta cargada de miradas que no conocen de fronteras ni de épocas.
De la memoria herida a la resistencia íntima
La escena argentina viene con los tapones de punta y el corazón en la mano. Hay una fuerte vocación por recuperar la memoria colectiva, como el revisitado “Al Matadero” (Santa Fe) o la conmovedora “Flota. Rapsodia santafesina” (también de Santa Fe) que trae a flote la inundación de 2003.
Además hay un faro encendido para iluminar las voces silenciadas. “Lucinda” es un homenaje a la anciana mapuche asesinada, y “Ante” (ambas de Río Negro) se zambulle en lo íntimo como un acto de resistencia.
Y claro, no podía faltar la potencia política que nos define: “Seré” (de CABA) desempolva el Juicio a las Juntas; “ReInA en el Gondo” nos habla de la vejez travesti-trans, y en “Todos los comienzos son falsos” (Buenos Aires), el archivo se vuelve un cuerpo vivo que late en escena.
Un banquete internacional que atraviesa geografías
Desde afuera nos llega una andanada de obras que desbordan el mapa: desde dramas que cuestionan la justicia y el asilo político (“Filtro“, España-Uruguay), duelos personales que se funden con la memoria de la dictadura (“Yo duelo“, Chile) hasta rescates de la espiritualidad indígena (“Azira’i“, Brasil).
También la violencia y lo monstruoso de la desaparición se exploran con dolorosa belleza en “Espectro” (Colombia) y “Tocar un monstruo” (Uruguay).
Hay cosmovisiones mineras del altiplano que reviven en “Wajtacha” (España-Bolivia) y épica de supervivencia en la cordillera con “El niño del Plomo” (Chile). Incluso el esfuerzo físico se transforma en poesía pura en la “Maratón de Nueva York” (Colombia).
Pero no todo es dolor y denuncia, ya que en el festival hay espacio para universos poéticos donde el cuerpo, la música y la imagen dialogan con lo humano: “Desde el Azul” (Perú), “Point” (Cataluña) o “Muances” (Francia).
También hay lugar para esas obras que exploran el abismo poético de Pizarnik (“Tejedoras de abismos“, España) o le meten una crítica feroz al capitalismo desde la lírica (“Not My Monkeys“, Cataluña).
Así, el teatro se yergue, una vez más, como un espacio de resistencia y diálogo.
El sabor cordobés, en casa y con el mundo
Los elencos oficiales también dicen presente. La Comedia Cordobesa nos trae un estreno de lujo con “La Errante: Una Madre Coraje”, bajo la dirección del italiano Gianluca Barbadori.
Además, repondrán clásicos y obras potentes como “La vida es sueño” y ese díptico que es “Útero bicorne y Hotel Open”.
Por su parte, la Comedia Infanto Juvenil no se queda atrás, con su “Crónicas Rebeldes, tragedia épica de Juan Bautista Bustos”.
Por último, las cinco obras cordobesas seleccionadas por convocatoria se van de viaje, con doble función por el interior provincial: desde “Los monstruos van debajo de la cama” hasta el drama de “Coyote, háblame de lo que viste”, pasando por “De Frente Mar…” y “Apnea, la boca es una fosa”.
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