Hay obras que trascienden el tiempo, el espacio y hasta la concepción misma de la realidad. Y entre ellas, con una luz propia que no se apaga, brilla “La vida es sueño”, esa joya barroca de Pedro Calderón de la Barca que nos viene interpelando desde 1635 y que este sábado 2 de agosto se subirá a escena en la Sala Carlos Giménez del Teatro Real, con dirección de Fernando Salvá Luna.

Entre la prisión y el cosmos: un debate de siglos

Foto: María Agrelo.

La obra, escrita en verso y dividida en tres jornadas que son puro vértigo, nos sumerge en la existencia de Segismundo, un príncipe de Polonia que, por miedo a una profecía del oráculo, es encerrado por su padre, el rey Basilio.

En escena un hombre encadenado, vestido de pieles, se cuestiona el sentido de la vida, esa misma vida de la que ha sido privado. Y es en su primer monólogo, el célebre “¡Ay mísero de mí…!”, donde expone su desdicha ante Rosaura, que lo descubre en su cautiverio.

Pero “La vida es sueño” no es solo el drama de un príncipe despojado de su libertad. Es, en su esencia, una profunda reflexión sobre la eterna batalla entre el libre albedrío y la predestinación. ¿Somos dueños de nuestro destino o meros títeres de un guion ya escrito? Esta pregunta, que hoy nos sigue desvelando, era un crisol de pasiones en pleno Barroco

En aquella época, el universo se ponía patas arriba pasando del geocentrismo al heliocentrismo. Y, por si fuera poco, la Reforma Luterana y la Contrarreforma Católica se trenzaban en una lucha encarnizada, con Lutero abogando por la predestinación y la Iglesia Católica defendiendo a capa y espada el libre albedrío.

Además, la llegada a América y la colonización habían puesto sobre la mesa otro tema que resonaba fuerte: la civilización versus la barbarie, tópicos que se tejen magistralmente en esta obra.

Luces y sombras: ¿dónde está la realidad?

Foto: María Agrelo.

La dualidad entre la realidad y el sueño es otro de los pilares de la obra, reflejado incluso en la escenografía, con ese juego barroco de luz y sombra.

Segismundo, al no haber conocido otra vida que su encierro, se debate constantemente sobre qué es lo real y qué es una ilusión. 

Es por ello que, cuando por un día se le permite experimentar la libertad, le parece más un sueño que la realidad misma. Y este es el punto central del segundo monólogo, el que da nombre a la obra: “La vida es sueño” o, para los más románticos, “Y los sueños, sueños son”, un soliloquio que nos invita a profundizar en la esencia de la vida y la delgada línea que la separa de lo onírico.

Un cordobés que vuelve para saldar deudas pendientes

Foto: María Agrelo.

La Comedia Cordobesa revivirá esta obra clásica bajo la mirada de Fernando Salvá Luna.

Oriundo de Oncativo, radicado en Madrid desde 1986 y con una trayectoria envidiable en festivales de teatro clásico por toda España, Salvá Luna regresa a su tierra para saldar lo que él mismo define como una “asignatura pendiente”: dirigir esta obra que, sin duda, atraviesa tiempos y culturas.

Funciones

La obra tendrá su estreno este sábado y podrá verse los sábados 9 y 16; los domingos 3, 10 y 17; y los viernes 8 y 15 de agosto a las 20 en la Sala Carlos Giménez del Teatro Real

En tanto, los jueves 21 y 28 a las 20:30 hs, se pondrá en escena en la Sala Azucena Carmona.

Las entradas tienen un valor de $4.000 y pueden adquirirse a través de www.autoentrada.com o en la boletería del teatro.

Comentarios Cerrados

Exit mobile version