El 23 de abril de cada año es un día muy importante para la mayoría de lectores en todo el mundo, pero lo es muy especialmente para los que viven en Cataluña, donde se celebra a su patrón, Sant Jordi.
Se trata de una fiesta tradicional que se lleva a cabo desde hace siglos y que desde hace décadas también coincide con el día del libro.
La tradición consiste en salir a pasear para encontrar la rosa y el libro perfecto para regalar a la persona que queremos.
En Barcelona esta costumbre cambia la cara de la ciudad, que se muestra completamente entregada a la fiesta. Según el gremio de floristas de Cataluña, se venden alrededor de 4,2 millones de rosas, con precios que este año han aumentado considerablemente: una rosa con su tradicional ramita de espiga está entre los tres y cinco euros y en muchos casos se encuentran auténticas obras de arte realizadas con todo tipo de flores, con precios de 12 a 24 euros.
Al fin y al cabo, una rosa es solo la excusa para demostrar cuánto queremos a una persona: «es el tiempo que pasaste con tu rosa lo que la hace tan importante», escribió Antoine de Saint-Exupéry.
En cuanto a los libros, según el Gremio de Libreros de Cataluña, se estima que las ventas en Sant Jordi son de un millón y medio de libros, lo que representa entre el 15 y el 30 por ciento de sus ventas anuales y en el caso de las librerías más pequeñas, prácticamente la mitad.
Esta combinación de rosas y libros no tiene un origen conocido, aunque todo apunta a que las rosas se regalaban ya en la Edad Media para recordar la leyenda de Sant Jordi, en la que un valeroso caballero rescata a una princesa de un dragón. Jordi mató a la bestia y de la sangre nació un rosal y regalar una rosa es una costumbre que ahora se ha complementado, en un espléndido maridaje, con el amor por los libros.
Día internacional del libro. El Día Internacional del Libro lo promueve la UNESCO al tratarse de una fecha simbólica, porque el 23 de abril de 1616 fallecieron Shakespeare, Cervantes y el Inca Garcilaso de la Vega; y también es la festividad de Sant Jordi.
En las calles de Barcelona se vive una explosión de historias que se cuentan por miles en esta nueva edición, en la que se repite la gran manzana peatonal en el corazón de la ciudad, con cuatro fronteras entre la Diagonal, Gran Vía, la calle de Balmes y la calle de Pau Claris.
Son fronteras imaginarias, abiertas a un espacio que se extiende por siete distritos, con 400 paradas, 348 de libros, 200 de los cuales con firma de autores y 52 de rosas, a las que hay que añadir el centenar de paradas frente a las librerías.
Firmas consagradas. En esos puestos colmados de rosas y libros se invita al encuentro de los autores con sus lectores y este año Javier Cercas será uno de los más buscados, es el autor del último libro del Papa Francisco.
Pero, además del autor de El loco de Dios en el fin del mundo, otros muchos autores viven momentos que podrían ser el mejor argumento para una novela, negra, de humor, tierna, aventura o romántica, como la que relata Enrique Vila Matas, veterano en estas lides, que espera este año de nuevo a una pareja que le comentó que se habían casado en el faro de Santa Marta, en Cascais, porque aparecía en una de sus novelas. «Ves que tus libros interfieren en la vida de los demás. Desde ese día, la pareja siempre viene a Sant Jordi y me cuentan cómo va su relación», señala en ABC el autor de ‘Bartleby el escribiente‘, que este año firmará su nueva novela, ‘Canon de cámara oscura‘ (Seix Barral).
A Vila Matas le acompañarán mañana otros muchos escritores consagrados, llegados de otras literaturas, este año, por ejemplo, participarán por primera vez escritores de la talla de Pierre Lemaitre o Amelie Nothomb, y también poetas noveles, cantantes, políticos, cocineros, famosos presentadores de televisión devenidos en escritores de éxito, peluqueros, actrices. Como se ve, un arco iris de firmas.
En busca de la firma joven. Juntos conviven novelas y poemarios con los libros de filosofía, viajes o autoayuda y los gigantescos ramos de rosas rojas embellecen las avenidas invitando a la breve conversación y la dedicatoria.
Según las apuestas previas, este año los autores jóvenes más buscados serán Blanca Llum Vidal (Barcelona, 1986), por Tan bonica i tirana, un libro de poesía en prosa que la autora define como un libro sobre el amor.
“Cada uno de nosotros es una isla y formamos archipiélagos con los nuestros y nos comunicamos gracias a la misma agua que nos aísla“. Este texto es de la novela con que Roc Casagran (Sabadell, 1980) ganó el premio Sant Jordi, Somiàvem una illa, que ha descrito como “un grito de amor y de auxilio de una mujer en torno a los 40 con un par de hijos pequeños que ha sufrido una sacudida vital“. Casagran ganó los 60.000 euros del premio y el pasado febrero vio la novela publicada por la editorial Univers.
Los que ya no pueden firmar. La lista infinita de autores que ya no pueden firmar sus libros ha aumentado hace unos días con Mario Vargas Llosa, vecino barcelonés en los años del Boom latinoamericano y amante de los paseos por las Ramblas con Gabriel García Márquez. “Barcelona era entonces, todavía, pobretona, cosmopolita y universal; ahora es riquísima, nacionalista y provinciana”, es la descripción de Mario Vargas Llosa en Sombras de amigos, un artículo relativamente reciente, publicado en El País, en el que describe sus experiencias en una ciudad que le va a dedicar su particular homenaje en estos días.
Joan Margarit, arquitecto y poeta. En su honor llega una nueva convocatoria del Premio de Poesía que lleva su nombre, creado para dar a conocer en el mundo la obra del premio Cervantes y premio Reina Sofía de Poesía (ambos, en 2019) y que premia a “poetas extranjeros con una trayectoria reconocida internacionalmente, cuya obra contribuya a la difusión y aprecio de la lengua española y la cultura“.
Con este galardón, con una dote de 7.000 euros, la familia de Margarit y el Instituto Cervantes quieren responder al interés que Joan Margarit tuvo siempre por dar a conocer en sus dos lenguas, el catalán y el castellano, a sus poetas preferidos como Thomas Hardy, Rainer Maria Rilke o Elizabeth Bishop, a los que tradujo.
Margarit no puede ya firmar su Animal de Bosc, (Editorial Visor) su último poemario en edición bilingüe, en la que podemos leer:
En una sala de conciertos
al terminar la pieza, y cuando aún la siento
familiar y, a la vez, tan lejana
hay algunos instantes, solo míos,
donde el silencio importa.
Pero miles de manos empiezan a aplaudir,
incluso hay algún grito.
De pronto es como haber caído en una trampa.
También tendrá protagonismo Rafael Alberti y su poema inédito. La historia tiene su libro, ‘Mi vida con Alberti‘, que ha escrito María Asunción Mateo, viuda del poeta.
Ella encontró un pequeño tesoro en las carpetas que guardaba en su casa de El Puerto de Santa María, un poema manuscrito, inédito que pertenecía al último libro de Alberti, ‘Canciones para Altair‘.
Ahora en Sant Jordi se lanza el volumen ‘Y sobre el ancla una estrella‘ (Espasa), que presenta este poemario final con el primero, ‘Marinero en tierra‘, con el que el autor ganó el premio Nacional de Poesía en 1924.
(Especial desde Barcelona).
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