Este sábado 4 de octubre la ciudad de Córdoba descorre el velo de su 39ª Feria del Libro, un pulso de dieciséis días que latirá hasta el 19 en la Supermanzana de la Intendencia y sus venas culturales aledañas.
Bajo el lema, casi un manifiesto, “Humanismo y libertad. Una ciudad y mil poéticas”, la feria se anuncia no como un mero catálogo de libros, sino como una geografía del encuentro.
La elección curatorial de Juan Cruz Taborda Varela y Andrea Bocco parece apuntar a esa búsqueda esencial: reponer el valor de lo colectivo, de la dignidad del trabajo y de la palabra ejercida en comunidad.
La libertad, aquí, no es un concepto abstracto, sino la condición indispensable para que el conocimiento y la cultura sean herramientas que mejoren la vida en común.


Los ejes de la palabra: De Saer a Oesterheld
Más de 300 propuestas gratuitas se desplegarán por seis espacios que llevan el nombre de autores fundamentales de la literatura local –Leonor Allende, Susana Cabuchi, Miguel Iriarte-, reafirmando que la identidad se teje desde lo propio.
El programa es una constelación de voces, desde el peso reflexivo de Martín Kohan y María Teresa Andruetto hasta la mirada histórica de Felipe Pigna y la irreverencia de Luciano Lamberti.



El primer fin de semana, en un gesto que cruza el pasado urgente con el presente audiovisual, la charla sobre El Eternauta se perfila como un hito: Martín Oesterheld, nieto del autor, y Laura Bruno, productora, desgranarán el fenómeno de la serie, confirmando que ciertas narrativas vuelven, siempre, a interpelar el presente.
Por su parte, los ciclos temáticos son arterias que llevan la sangre de distintas sensibilidades. Barón Biza celebrando una década como faro de editoriales independientes, la euforia de la poesía oral y performática, la persistencia de la historieta argentina en el SUBTE, y el recién llegado Ciclo CONICET, que acerca la arqueología y la ecología al público, demostrando que la ciencia también se narra.

Japón, Paraná y la tensión de los territorios
Esta edición estrecha lazos geográficos al convocar a Japón como país invitado y a Paraná como ciudad.
Este diálogo no es casual: es un ejercicio para reconocer que la literatura y el arte son espacios de diálogo entre geografías, historias y modos de habitar el mundo.
Desde Oriente, la cultura japonesa se abre en el Espacio Kenzaburō con una delicada muestra de kimonos, bonsáis y origami, que convivirán con una clase magistral de sushi moderno a cargo del chef Iwao Komiyama y el resonar ancestral de los tambores taiko con el ensamble Kyōmei Daiko.
El bonsái, esa disciplina que modela un universo en miniatura, se adapta al clima de Córdoba bajo la guía de Gabriel Medina, en un acto de enraizamiento y adaptación.

En espejo, Paraná ofrece la voz de sus autoras y autores. La poeta Franca Maccioni presentará Desbarros. Informe poético sobre el río Paraná, un texto que indaga en la potencia simbólica y política del río como un territorio de memoria, mito y comunidad.
Además, la memoria del río se extenderá al cine: el Ciclo Aniversario proyectará El limonero real, la película de Gustavo Fontán basada en la novela de Juan José Saer, en un homenaje que nos recuerda que ciertos escritores son, en sí mismos, un caudal.

Poéticas del cuerpo y la comunidad
La Feria no se agota en la lectura silenciosa. Es también el escenario donde la palabra se hace cuerpo y sonido. Los elencos municipales, desde el Coro de Jóvenes hasta el Ensamble de Música Ciudadana, se cruzan con el rock alternativo de En Otro Sentido y la música urbana de La Juli en el escenario Miguel Iriarte.
Y como un guiño a la vocación de descentralización, el programa “La Biblio Te Cuenta” se expandirá a los barrios, llevando el libro y el taller a San Martín, Alberdi y Güemes, fortaleciendo el vínculo íntimo entre lectura y territorio.
Así, Córdoba se prepara para ser, por dieciséis días, un mapa de poéticas donde la palabra escrita y dicha es un refugio humanista y un ejercicio de libertad.
La programación completa con días y horarios puede consultarse en el sitio oficial, aquí:



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