Hace varias décadas que Jorge Castro viene explorando las fronteras de la tecnología con experimentos multimediales, instalatorios y performáticos.
Incursionó en el arte digital cuando nadie pensaba siquiera en ello y, por supuesto, sus inquietudes tecnológicas lo llevaron a mirar con interés a la Inteligencia Artificial, ya no como herramienta pasiva, sino como materia prima para la creación.
Artista digital y docente de la Cátedra Multimedia en la Facultad de Arte y Diseño de la UPC, Castro empezó a indagar en ella, al principio como un juego, y luego enfocado en el entrenamiento de una voz.
El nacimiento de Mathilda y Condor Neck


Durante tres meses, el artista digital trabajó con meticulosidad: carga de datos, composición de canciones, definición de acordes, y marcación de acentuaciones. “Tienen que ser lo más específicas posible“, advierte Castro sobre los “prompts” (instrucciones) que se le da a la IA.
El resultado de este proceso -cuyo entrenamiento fue al principio basado en covers aunque el objetivo final apunta a la composición original- fue Mathilda, una Inteligencia Artificial con capacidad de canto.
Así nació Condor Neck, una banda conceptual y experimental de rock y electrónica cuya particularidad reside en que Mathilda es una de sus cantantes.
Los trabajos de Condor Neck se publican en Bandcamp y Spotify, y en agosto de este año, la banda lanzó dos nuevas producciones.
Muñequita de torta

El 4 de agosto, Condor Neck presentó Muñequita de Torta, un álbum que refleja la evolución industrial de la banda: el sonido es pesado, saturado y distorsionado, fusionando grunge y electrónica con ruido y decadencia.
En él, Mathilda emite gritos y jadeos que construyen una performance desgarradora, en el marco de un ambiente industrial, oscuro y perverso, con ecos de la turbulencia sudamericana.
El disco es una exploración de la angustia y la alienación, donde cada tema es un grito de resistencia.
Proyecto de Remixes – Mundo Feliz

Una semana más tarde, la banda lanzó Proyecto de Remixes – Mundo Feliz, un trabajo que invita a la manipulación sonora.
Mundo Feliz era un corte de “Muñequita de Torta” y se transformó en un campo de batalla creativa a través de una electrónica oscura, pulsos densos y atmósferas surreales, que definen el tema original.
Cada reinterpretación alimenta un ecosistema mutante, donde los remixes son un eslabón que genera un organismo musical vivo y en constante transformación.
¿La apuesta? Una invitación a la experimentación sin reglas, un viaje colectivo donde el “original” se distorsiona.

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