Pedro Paiva y Ale Orlando llevan más de veinte años juntos dándole vida a Los Modernos. Un dúo humorístico que, desde sus inicios -cuando pasaban la gorra en Mandarina o Alfonsina, montados en unos suecos que a falta de escenario los elevaban de entre el público- supo atraer por su universalidad y por su humor inteligente.   

Con el acento siempre puesto en la palabra, los actores vestidos de “gala” (polleras, sacos, anillos y, en el caso de Orlando una peluca que funciona como contrapunto de la calva de Paiva), rápidamente se convirtieron en un sello.  

Hoy -ya sin suecos porque le hablan al público desde el escenario- el dúo sigue sosteniendo la calidad de un espectáculo artístico que lejos de perder la gracia a través de los años, se  reafirma en un humor que se corre de los estereotipos y que seduce al espectador sin subestimarlo. 

Con la mirada puesta al frente (casi no hay diálogo entre ellos), los actores entablan un juego en el que el ritmo y la sincronicidad rayan lo perfecto.  

Si se les pregunta, ellos se definen como “opuestos complementarios”. Si se los observa en escena, se asemejan a un reloj suizo en el que la precisión y la elegancia se conjugan conformando un dispositivo único para hacer reír. 

El humor después del humor. El espectáculo que ofrecen cada fin de semana en La Llave (Av. Carlos F. Gauss 5730) agota localidades en cada función. Y está llegando a su fin porque el viernes 13, sábado 14 y domingo 15 de diciembre (doble función: a las 21 y a las 23) serán las últimas presentaciones del dúo humorístico. 

Sin mayores parafernalias, ‘El humor después del humor’ es un espectáculo en el que hay “solo dos actores, un lenguaje teatral con código propio y una escenografía mínima. Pero sobre todo, un exceso de virtuosismo y creatividad”, según reza la sinopsis de la obra.

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