La primera vez que oí hablar de Lou Andreas Salomé fue mientras leía “El día que Nietzsche lloró”, una novela que Irvin Yalom publicó en el año 1992. 

En la ficción, aparecen personajes como Sigmund Freud, el compositor alemán Richard Wagner, el psicólogo austríaco Josef Breuer y los filósofos alemanes Friedrich Nietzsche y Paul Rée

Lou Salomé aparece con fuerza en la trama de la novela puesto que es ella quien se encarga de establecer el vínculo entre Breuer y Nietzsche.

Nacida en Rusia en 1861, fue la única mujer entre cinco hermanos varones y a los 17 años empezó a estudiar teología, religión, literatura y filosofía; todos temas que excedían ampliamente la educación que se les permitía a las mujeres en esa época. A esa edad descubrió a René Descartes, Blaise Pascal, Voltaire y Jean-Jacques Rousseau; y leyó vorazmente a Spinoza y a los eruditos griegos. 

Todas estas lecturas la convirtieron rápidamente en una de las mujeres más instruidas y prolíficas de la Europa de principios del siglo XX: escritora, filósofa, psicoanalista (su formación “oficial” había sido en Suiza, único país que permitía a las mujeres hacer una carrera universitaria; en 1881 había obtenido una plaza para estudiar filosofía y religión en Zúrich).

Su pensamiento era un mezcla entre el psicoanálisis freudiano y la filosofía de Nietzsche. Estudió la sexualidad femenina y el narcisismo y vivió de la misma manera que predicaba: de una manera muy libre. 

Salomé dedicó toda su vida a la labor intelectual y poética.

Una tríada intelectual. El encuentro con Rée se produjo en un viaje que Salomé hizo con su madre a Roma. Más tarde conocería también a Nietzsche y sería ella misma quien les propondría a ambos hombres la convivencia: una especie de tríada o ‘ménage à trois intelectual’ que les permitiría alcanzar la perfección, justamente, intelectual.  

Eso sí, la relación no debía ser de ningún otro tipo más que del orden del intercambio de las ideas ya que ella creía que renunciar a la satisfacción carnal liberaba la creatividad del intelecto. 

Es decir que su balanza se inclinaba por el principio apolíneo (la razón y la independencia de las emociones) más que por el dionisíaco, cuyo centro es indagar sobre la parte pasional, sensual e irracional de su ser. 

Por supuesto el pacto no prosperó: Nietzsche fue el primero en enamorarse de ella y proponerle matrimonio aunque en un principio se había mostrado dispuesto a renunciar a la intimidad, sólo por la seguridad de encontrarse “donde los espíritus vulgares no llegan“. 

Pero ella sólo quería camaradería. Ante su negativa, el filósofo abandonó la comunidad. Lo mismo se repitió con Paul Rée. Vivieron juntos un tiempo pero la unión tampoco llegó a buen puerto. 

Aún así existe una foto de los tres -icónica y provocadora para la época- que refleja esta suerte de pacto que ella les proponía. Ella se ubica arriba de un carro con una especie de látigo -o fusta- en una mano y en la otra una soga, con la que a modo de riendas sujeta a los dos hombres que están debajo, en la posición de los caballos que tiran del carruaje. 

Una representación moderna de la historia de Aristóteles y Filis (que, a grandes rasgos, narra cómo una seductora mujer triunfaba sobre el mayor intelectual masculino de todos los tiempos, cabalgando sobre sus espaldas para humillarlo).  

Esta foto fue muy criticada, incluso por una feminista alemana, que había albergado a Salomé en Italia y le había presentado a estos dos filósofos.

Un poeta y un amor. Con Rilke se conocieron cuando él tenía poco más de veinte años y ella era bastante mayor (le llevaba quince años). 

Salomé estaba en un salón dando una charla en la que se encontraba el poeta. Ante su mirada atenta, ella dijo al auditorio: “nada influye más en la emancipación de la mujer que el sentir que se encuentra artificialmente limitada y saber que eso podría obstaculizar su camino hacia la veneración total de la vida e impedir que encuentre el punto desde el cual ella y su vida puedan celebrar su su enigmática y entrelazada armonía“. Y Rilke se enamoró perdidamente. 

Mantuvieron una relación muy intensa emocionalmente: fueron amantes durante años (ella se había casado en un matrimonio célibe con el profesor de lingüística Carl Friederich Andreas) e intercambiaron correspondencia hasta que él murió. La filósofa le decía que su poesía estaba cargada de sentimentalismo y que debería usar más la imaginación y no dejarla galopar tan libremente. Y él aseguraba que ella había inspirado casi toda su obra. 

Salomé fue su confidente y su musa y gracias a ella, el poeta conoció muchas figuras importantes de la cultura.  

Lou Andreas-Salomé en el centro y Rainer Maria Rilke (a la izquierda) visitando al poeta ruso Spiridon Drozhzhin.

Sigmund Freud. Al padre del psicoanálisis lo conoció en 1911. Ella ya era una novelista reconocida y él trabajaba en una “nueva ciencia”.

Salomé pidió ser admitida como discípula suya y se convirtió en la única mujer aceptada en el Círculo Psicoanalítico de Viena.

Su relación, basada en la admiración y el respeto, duraría hasta la muerte de Salomé. 

Una película. En el año 2016 se estrenó en Alemania una biopic de Lou Salomé que se centra en los aspectos de su vida que resaltan sus ansias de libertad.

La película está dirigida por Cordula Kablitz-Post y al momento de su estreno, la directora de este film dijo que gran parte de la responsabilidad de que Salomé no haya alcanzado mayor notoriedad la tuvo el régimen nazi, que confiscó toda su biblioteca y sus escritos y ninguneó el psicoanálisis tildándolo de ciencia judía.

Esta biopic empieza en mayo de 1933, con una Lou septuagenaria y enferma que vive recluida en su casa de Alemania y recibe la visita de Ernst Pfeiffer, un hombre que le pide ayuda psicológica para un amigo y que terminará convirtiéndose en su albacea y persona de confianza hasta su muerte. 

Lou Andreas Salomé murió en Gotinga (Alemania) el 5 de febrero de 1937. Tenía 76 años. Al día siguiente la Gestapo destruyó toda su biblioteca. 

La biopic cuenta la historia de una mujer adelantada a su tiempo que departió con Nietzsche, fue analizada por Freud y se rodeó de grandes artistas y escritores, como el poeta Rainer Maria Rilke.

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