La fotógrafa y artista visual catalana pasó por Córdoba para dejar inaugurada su serie “Agua” en el Museo Provincial de Fotografía Palacio Dionisi, a través de la cual busca generar conciencia sobre el impacto ambiental causado por la explotación, la contaminación y la escasez de este recurso vital, invitando a reflexionar sobre la actual crisis ecológica global.

En ese marco, dialogamos con ella en torno a una serie de retratos que realizó en la República del Congo hace diez años.

Isabel Muñoz ha forjado su carrera utilizando siempre la fotografía como una herramienta de reflexión y transformación social. “Creo que a través del arte y la belleza puedes contar muchas historias”, asegura.

Era el año 2015 la fotógrafa viajó a África para realizar un trabajo sobre los grandes simios; pero cuando estaba en el Congo tomó conocimiento del horror.

“Me enteré de lo que estaba pasando en el Este del Congo y cómo se estaban utilizando a las mujeres como armas de guerra y no me lo pensé. Y aunque era complicado entrar en el Este, volví. Realmente es un trabajo que te marca, con el que aprendes pero que cuesta, porque además llevaba toda mi vida diciendo que no creía que había una forma de mirar masculina y otra femenina; yo creía que habían formas de mirar según los seres humanos hasta que me di con esa realidad y me di cuenta que un hombre no puede ver esa atrocidad de la misma forma que la vemos las mujeres. Cuando yo veía a todas esas mujeres, estaba viendo a mis nietas. Y me duele muchísimo porque ahora vuelve a pasar”, se lamenta la fotógrafa.

El Congo es uno de los países más ricos del mundo y es, de todos los países del planeta, el quinto peor para nacer mujer. “Allá no existen los DDHH para las mujeres. Hay más de setenta tribus armadas en esa zona y como son sistemas tribales las formas que tienen de destruir la tribu es a través de la mujer. Que esto vuelva a estar pasando y que el M23 (Movimiento 23 de Marzo), apoyado por Ruanda, esté perpetrando estos crímenes, es horroroso. Y todo esto es porque allí están las minas de coltán, el oro y los brillantes”, reflexiona. 

En efecto, el país tiene entre el 60 y el 80 por ciento de las reservas mundiales de coltán, el 50 por ciento de las reservas mundiales de cobalto y un alto porcentaje de oro. Pero esta riqueza solo ha provocado conflictos, explotación y un 73 por ciento de la población viviendo en condiciones de pobreza, según datos del Banco Mundial

Por otro lado, un informe de las Naciones Unidas elaborado en abril de este año, estima que cada media hora violan a una niña en la República Democrática del Congo. Y el portavoz del organismo ha informado que las niñas representan entre el 35 y el 45 por ciento de los casi 10.000 casos de violación y violencia sexual denunciados a los agentes de protección, tan solo en enero y febrero de este año.

“Para que tengas una idea, las heroínas con las que estuve y pude hablar me comentaban que las mujeres que se salvan necesitan en general entre tres y cuatro años de estar hospitalizadas para intentar recuperar algo de ese cuerpo. Y ni te digo en materia psicológica. No dejo de preguntarme por qué tantas matanzas, tantas violaciones. Y eso está ocurriendo ahora. Pero vienen noticias más importantes, como los aranceles de Trump, y nos olvidamos de todas esas mujeres. Y eso duele”. 

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