Rosa de Foc fue bautizada en Barcelona durante la Semana Trágica, en 1909, cuando comandos anarquistas se dedicaron a incendiar la ciudad.
Esa imagen de las calles en llamas dio pie a la expresión ‘Rosa de Foc’, porque Barcelona parecía una gran rosa de fuego, en palabras del periodista Antonio Loredo.
Hoy, aquellos acontecimientos son recordados con cierta melancolía por el propio Ayuntamiento, que en su página web de turismo proclama que “Primero, es la ciudad de la revolución, la Rosa de Fuego, la famosa cita de Friedrich Engels: ‘Barcelona, la ciudad industrial más grande de España, ciudad cuya historia registra más luchas de barricadas que ninguna otra villa del mundo’, palabras que resuenan en alguna página de La montaña mágica, de Thomas Mann. Es la Barcelona de la llamarada anarquista que Pío Baroja plasmó en unos cuantos libros, desde Aurora roja hasta El cabo de las tormentas“.
Este texto, que está muy bien para turistas poco exigentes, no da cuenta de que aún resiste un nutrido grupo de anarquistas en torno a la CNT-AIT (Confederación Nacional del Trabajo, adherida a la Asociación Internacional de los Trabajadores), que mantienen viva la última librería que representa los valores del anarcosindicalismo español de fines del Siglo XIX y principios del XX.
Se llama, como no podía ser de otra manera, La Rosa de Foc y está en pleno centro del barrio de Ciutat Vella. Es un local de la calle Joaquín Costa 34, que compraron los viejos camaradas hace años.
Reconvertido en librería a finales del siglo pasado, es el chileno David Marín quien se encarga de marcar su rumbo desde hace un par de años.
Aquí no sólo se venden libros imposibles de encontrar en bibliotecas o librerías, sino que se hace propaganda de unos conceptos, como la libertad, que están siendo apropiados por la extrema derecha.
Son libros de política, filosofía, economía, comunicación y, también, algunos títulos que publican con su pequeño sello editorial.
En la librería la puerta siempre está abierta y por ella pueden pasar camaradas o turistas; “siempre hay alguna gente que viene a pelear, a imponer sus ideas, a buscar problemas. Pero estoy feliz aquí, soy profesor de filosofía y ahora librero. Creo en estas ideas y en este proyecto. Por eso La Rosa de Foc es mi casa”, reflexiona Marín.
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