Si nos ceñimos a la etimología, el nombre Atahualpa Yupanqui en quechua quiere decir. “el que viene de muy lejanas tierras para contar una historia”. Y ciñéndose con fuerza a esta etimología el cantautor y guitarrista argentino la transformó en su destino.
A los 14 años, Héctor Roberto Chavero ya firmaba sus primeros poemas como Atahualpa Yupanqui y a lomo de un caballo iba madurando su camino, entre flores, piedras, desiertos y arenales. Esa fue su gran Universidad.
Descubrió la baguala, la chacarera, la vidala, y le puso música a sus poemas, cantando los problemas del pueblo.
Sus líricas señalaron siempre una condición social y eso lo convirtió en la encarnación misma del folclore argentino y en la piedra fundamental de la identidad latinoamericana.
No pasó mucho tiempo hasta que descubrió cierta simpatía con el comunismo y en 1945 se afilió al PC. Lo hizo en pleno ascenso del peronismo, lo que le costó prohibiciones, persecuciones y finalmente un exilio en Europa.
En un poema encontró la palabra trashumante y ya nunca pudo olvidarse de ella. ¿Qué era la trashumancia?, ¿qué quería decir trashumante? “El que deja atrás el humo de su hogar, ese humo creador de las primeras nostalgias del hombre, que no olvida”, supo decir Don Ata.
Y fue esa trashumancia la que lo fue llevando a tierras cada vez más lejanas. Del Cerro Colorado a París (donde escuchó incansablemente a Bach, Vivaldi, Mozart y cantó con Edith Piaf), y de allí a pasar algunas temporadas en Japón, donde dio más de treinta conciertos y se dedicó a estudiar hasta dónde el hombre estaba vinculado al paisaje.
Entre 1963 y 1967 también dio conciertos en Italia, España, Marruecos, Colombia, Egipto e Israel.
En los 60 Francia lo condecoró como Caballero de la Orden de las Artes y las Letras Musicales. Y en la década del 70 le pusieron su nombre al escenario principal del Festival de Folclore de Cosquín.
El documental. Producido por Bellasombra, Bosque Cine y La Produ, un proyecto audiovisual estrenado en octubre de este año y dirigido por Federico Randazzo Abad va tras los pasos de quien fuera el mejor folclorista argentino.“El documental se gestó ante la inquietud de digitalizar archivos en variados soportes que acumulaba Roberto ‘Coya’ Chavero, el único hijo del matrimonio con Nenette. Él preside la Fundación Atahualpa Yupanqui que sostiene el Museo Agua Escondida en lo que fue la casa de la familia en Cerro Colorado”, dicen desde la producción de ‘Atahualpa Yupanqui, un trashumante’.
El documental pone de relieve travesías etnográficas a caballo, exilio político en los países soviéticos, consagración en la Europa capitalista, investigaciones en Japón y experiencia africana.
“Archivos, músicas y registros personales de una trashumancia destinada a descifrar el diálogo entre las personas y su territorio. Un film total a la altura de su figura, a más de 30 años de su muerte”, aseguran.
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