(Chema Forte, Especial desde Madrid)

No es la primera vez que desde los vetustos salones del palacio de la calle Felipe IV, entre el Museo del Prado y el Parque del Retiro, los académicos de la RAE miran a la Argentina para sumar palabras al libro gordo de nuestro idioma.

Pronto llegaron pibe, laburar y luego bondi, chabón, zarpado y, aún más tarde, che, corralito, escrache, placar, rotisería, coso, despelote y, no tengo claro que sea como consecuencia, telo.

Estas palabras son solo una parte de las que han atravesado el Atlántico para instalarse en las páginas del Diccionario de la Lengua Española

Ahora, recién aterrizado en Madrid está el vocablo pelotudo, sin eufemismos. 

Lesiones incompatibles con la vida

Construida entre 1891 y 1894, la actual sede académica se hizo sobre un solar cedido por la Corona.

Esta frase, “lesiones incompatibles con la vida” se utilizaba en los partes de accidentes del servicio de comunicación de las Emergencias, un eufemismo para anunciar la muerte de una persona.

Eufemismo está definido en el Diccionario del Español Urgente como “Palabra o expresión que sustituye a otra que se considera malsonante o desagradable”. 

Los académicos de la RAE añaden algo más, “es una manifestación suave o decorosa de ideas cuya expresión directa sería dura o malsonante. En otras palabras, se trata de una palabra o frase que se utiliza para reemplazar otra que se considera ofensiva, desagradable o inapropiada“.

Avancemos y busquemos qué calificamos como malsonante, porque hay que considerar un trato jerárquico para determinar qué ofende y qué no, cuáles son las palabras que suenan mal y pueden llegar a romper vínculos, hasta dónde la amistad, la camaradería o la relación familiar nos permiten (sin que nadie ponga en tela de juicio la relación) llamar al otro “pelotudo”.

Ya no estamos en la antigua Grecia, donde el eufemismo se utilizaba para evitar las palabras consideradas tabú o desagradables, especialmente aquellas relacionadas con la muerte, la enfermedad o los dioses. 

La palabra “eufemismo” proviene del griego “euphemos”, que significa “de buen augurio” o “de buen sonido” y, aunque ha atravesado siglos de historia, nos la encontramos muy golpeada y digamos que, en la práctica. presenta lesiones incompatibles con la vida. 

Correcto o incorrecto 

Pero si el eufemismo ha muerto, la RAE ejerce de policía de frontera en la línea que separa lo correcto de lo incorrecto para un idioma que compartimos 600 millones de personas en más de veinte países. 

Ahora nos explicamos: escribimos aquí sobre esta defunción porque la Real Academia Española ha admitido la palabra pelotudo, una incorporación que convierte en un adjetivo calificativo más a este vocablo tan argentino. 

La decisión fue tomada por los miembros de la RAE en colaboración con todas las academias del español -que son  24-, se asocian en la ASALE (acrónimo de Asociación de Academias de la Lengua Española) y están distribuidas en cuatro continentes. 

De vez en cuando, los responsables de estas instituciones que pulen, velan y dan esplendor a nuestro idioma se reúnen unos cuantos días y resuelven una buena cantidad de dudas ortográficas, gramaticales, sintácticas  y de otras índoles. 

Se trata de los Congresos Internacionales de la Lengua. El de 2004 se celebró en la ciudad de Rosario y en ese momento fue Roberto Fontanarrosa quien impulsó un indulto a las “malas palabras”

En su intervención, en el Teatro El Círculo, el Negro pedía que “atendamos esta condición terapéutica de las malas palabras. Lo que pido es una amnistía para las malas palabras, vivamos una navidad sin malas palabras e integrémoslas al lenguaje porque las vamos a necesitar“.

Fontanarrosa apeló a la condición terapéutica de las malas palabras y ahora su mensaje se ha convertido en realidad. 

Ha tenido que llegar 2025 para saber que no le faltaban razones porque, no sé ustedes, pero en determinadas situaciones no es ni parecido decirle a alguien que “tiene pocas luces o que obra como si no las tuviera” a decirle: “sos un reverendo pelotudo”.

En 2004, el Negro Fontanarrosa dio una magistral y desopilante charla sobre el uso de las “malas palabras” y su importancia en la lengua española.

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